Adiós, Estado del Bienestar. Por José Cerdeira Soto

Posted on 3 noviembre, 2012 por

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Hoy es uno de esos días en que uno se da cuenta de que tiene la soga al cuello y va “a morir”. Morir finalmente a manos de quien lo ha programado. De quien te puso la palma en el hombro “para tomarte las medidas”. Es uno de esos días en que comprendes que has sido engañado, que te estaban preparando minuciosamente el escenario de la ejecución, sin percatarte de la realidad terrible a la que estás accediendo hasta que subes los últimos peldaños del cadalso.

Las “medidas que nos estaban tomando” vienen de lejos. Os transcribo el contenido de uno de los párrafos del extraordinario artículo -como todos los suyos- de Ignacio Escolar en su columna diaria de elDiario.es:

“No quiero abolir el Gobierno”, decía hace diez años Grover Norquist, uno de los políticos más influyentes en la Administración de George W. Bush. “Me conformo con reducirlo hasta un tamaño que nos permita ahogarlo en la bañera”. Aquel sueño húmedo de los neoliberales se está haciendo realidad. Sarcasmos de la gran depresión: ha sido el flagrante fracaso de sus mitos sobre la desregulación financiera y el Estado sumergible, ese mismo error que nos llevó a la crisis, lo que les ha dado su gran oportunidad.

Hasta aquí mi primera cita del artículo de Escolar, pero, ¡caray, hay que completar el par de copias!, ¿qué es eso de quedar cojo? Ahí va la segunda:

En Portugal –ese país vecino que nos permite adivinar nuestro futuro cercano–, el Gobierno se ha rendido ya. Ayer su presidente, Pedro Passos Coelho, anunció una “ambiciosa reforma del Estado para hacerlo viable”, después del fracaso de su programa austeridad. Passos Coelho no ha dado detalles concretos de su propuesta, pero podemos temernos lo peor. Donde dice “reformas” lean recortes. Donde dice ambiciosa lean “violenta”. Donde pone “viable” en realidad quieren decir imposible de soportar. Traducido: hablamos de un nuevo presupuesto público jibarizado, de un Gobierno que probablemente se vea obligado a renunciar a parte de sus funciones y servicios porque va a ser simplemente incapaz de garantizar siquiera los mínimos de eso que una vez se llamó Estado del bienestar.

No pongo la tercera copia del artículo (lo asumo al cien por cien, ”mejor fotografía” no la hay, no hace falta cámara). Puede que al final, ya veremos… Mejor vayamos sacando a la luz detallitos que van ocurriendo diariamente y que son el verdadero termómetro que augura lo peor.

“Nos gustan mucho los niños y queríamos tener otro”, dice en su casa de un barrio al sur de Madrid Sara M., de 34 años. Está algo ojerosa y se le nota intranquila: aún no se ha recuperado del aborto provocado al que ha tenido que someterse después de que una ecografía mostrara hace unos días que ha perdido el bebé que esperaba. En este embarazo, a diferencia del anterior, el hospital madrileño Gregorio Marañón no le ha proporcionado la medicación que permitió el nacimiento de Fernando, un niño risueño que corretea inquieto por el salón, mientras sus padres van desplegando sobre la mesa informes médicos que explican, aseguran, por qué esta gestación estaba condenada al fracaso.

La pareja está convencida de que son los recortes sanitarios los que explican la situación: “Qué casualidad que llevaran años administrando el fármaco a decenas de mujeres con éxito y que sea ahora cuando justifiquen su eliminación porque ya no es efectivo”, ironiza Fernando. “A nosotros, tras cuatro abortos, nos funcionó; eso es una evidencia”, añade.

Angustiados, trataron de informarse sobre dónde podían conseguirlo. Fue así como supieron que se trata de un fármaco caro que los hospitales públicos generalmente no prescriben en estos casos, pero de uso habitual en las clínicas privadas de fertilidad. Al precio del medicamento (unos 500 euros el vial de 100 miligramos) se suma el hecho de que la administración es hospitalaria, durante tres o cuatro horas y bajo supervisión.

Hoy la Comunidad de Madrid anuncia el copago farmacéutico, euro por receta, lo mismo que se está haciendo en Cataluña. Copio una noticia de prensa de El País en su opción digital:

“Dentro del gasto farmacéutico, la Comunidad seguirá adelante con la central de compras de productos sanitarios que ya planteaba en la modificación de los presupuestos del pasado julio. El presidente regional ha destacado que, desde que se aplican las nuevas medidas para ahorrar, «el uso racional de los medicamentos ha ido reduciendo el gasto un 26% mensual». También en el capítulo sanitario, ha anunciado la «externalización de la actividad sanitaria en seis de los nuevos hospitales». Es decir, que se privatizarán «manteniendo el mismo nivel de calidad».

Me pregunto, nos preguntamos, cuánto profesional se irá a la calle con estas privatizaciones y cuál será la consiguiente merma de calidad sanitaria.

Para no hacerle un “feo” a Ignacio Escolar, copio la ultima parte de su contundente, punzante y realísimo artículo:

La diferencia entre España y Portugal es sencilla: un año de diferencia. En Portugal preparan el despido de decenas de miles de empleados públicos; en España algunos decretos allanan ese camino. El más preocupante de esta semana: el nuevo reglamento de despidos colectivos de la Administración. Bastará con que los ingresos de un departamento dentro del sector público caigan “un 5%” para que puedan echar a la calle a los trabajadores con los criterios más duros de la reforma laboral: 20 días por año trabajo con un máximo de 12 mensualidades.

El requisito del 5% es puramente ornamental: es el Gobierno el que decide cuántos ingresos tienen cada una de sus ramas al poner la cifra en los Presupuestos. En la práctica, equivale a decir que el Estado tendrá vía libre para despedir de forma procedente a sus trabajadores, amparándose en las rebajas de la reforma laboral. Hablamos de unos 840.000 trabajadores, entre personal laboral y empleados de empresas públicas, a los que desde hoy se podrá ahogar en la bañera con total impunidad.

A nuestro alrededor empiezan a visibilizarse bolsas de pobreza cada vez más grandes, la Seguridad Social ya no es tan nuestra, la Educación sigue los mismos derroteros, separación de alumnos por sexos en algunos colegios del Opus y con financiación publica, los alumnos con sus comidas a clase… Vamos hacia una educación para ricos y otra para pobres. A las Universidades (por ejemplo, la Complutense de Madrid) no se les transfiere el dinero correspondiente y en sus “aledaños” se están instalando externalizaciones privadas, tomando posiciones… La investigación ha sufrido un recorte brutal, parece que vaya a resurgir aquel Millán Astray vociferando su “¡Muera la inteligencia!”.

La verdad., verdadera… ¿no nos están ahogando en la bañera? ¡A que sí!

José Cerdeira Soto