Cuenta Plutarco sobre Alcibíades, el gran general ateniense, que en cierta ocasión «renunciando del todo a su patria, escribió a Esparta», enemiga acérrima, pues en esos momentos estaba en guerra con Atenas. Los espartanos lo rebieron bien, «recibido benignamente» dice el autor citado. Enseguida se puso Alcibíades manos a la obra para aupar militarmente a Esparta (el general estaba siendo objeto de juicio en Atenas) haciendo amurallar Decelea, «que fue lo que más perjudicó y contribuyó a la ruina de Atenas». Sigue Plutarco diciendo de Alcibíades que «entre las muchas habilidades que tenía era como única… la de asemejarse o identificarse en sus afectos con toda especie de instituciones y costumbres, siendo en mudar formas más pronto que el camaleón…: así, en Esparta, era dado a los ejercicios del gimnasio, sobrio y severo; en la Jonia voluptuoso, jovial y sosegado; en la Tracia bebedor y buen jinete; y al lado del sátrapa Tisafermes excedía su lujo y opulencia a la pompa persa».
Algunos en la actualidad (y en todo momento: no nos engañemos) tienen buen parecido con ese camaleónico atributo de Alcibíades. El actual ministro de Justicia, que fue antaño Secretario de su partido con un tal Hernández Mancha, no tuvo inconveniente en traicionarlo cuando vió que los vientos corrían en otra dirección. Le salió bien y prosperó; luego se cobijó bajo el ala de un Presidente de gobierno al que no nombro por considerarlo innombrable, pero el que ahora es ministro de Justicia no dijo ni «mu» cuando el innombrable metió a España en una guerra ilegal e injusta, con el único objetivo de prosperar personalmente. El ministro se prodigó en elogios, siempre que fue necesario a sus ambiciones al recientemente fallecido prócer de la derecha española, y ahora ha dicho que él no sería nada sin dicho prócer, haciendo que no sabe que este fue colaborador estrechísimo de la dictadura franquista durante venticinco años. El ministro de Justicia no debe de saber que aquel régimen oprobioso fue antijurídico, no respetó los derechos humanos… pero si lo sabe poco le importa; a él le interesa más aventajar en «camaloneo» al viejo Alcibíades.
Yo misma
18 enero, 2012
Excepcional artículo, así me gusta, llamándole al pan, pan y al vino, vino.
Yo a este hombre lo defino como lo hubiese hecho mi abuelo (D.E.P.): chaquetero, sin más adorno
soutelo
18 enero, 2012
Estupendo,brillante articulo.Alberto Ruiz Gallardon es la antitesis,bajo mi humilde punto de vista,de la dignidad de las personas.hay mucha persevidad,»mala follá»,en todas esas personas arribistas que son capaces de dejar tirado a quien sea con tal de llegar a lo que tiene en su mente autoprogramada a tal efecto.Existen en sus cerebros «duendes psicopatologicos» que le hacen navegar por «nubes delirantes».No reparan en deudas inasumibles en su irrestible «afan de hacer, para lograr la gloria».Les importa poco ,nada, soltar por su lengua todo lo que le venga subitamente y que encaje «con sus proyectos faraonicos».Sihay que alabar al»Caifas Fraga Irribarne» ya su lengua,su oratoria,le harán » un traje a medida para que salga airoso ante el publico»tragalotodo»,si hay que decir :ni bien ni mal ni todo lo contrario,mejor de los mejor.Si tiene que decir que se lo debe todo al mencionado»Caifás Fraga»pues mejor ..!eso mola mucho».;No puede parase a pensar un poco con sentido comun y dignidad,si así fuere,se distraeria tontamente en su camino hacia su adorada meta:el poder….su ego ,no se lo perdonaria.
Apertas agarimosas